Derribando Los Idolos De Mi Corazón (Parte 1)

Nuestros corazones reconocen que necesitan algo que este mundo físico no ofrece, pero como el pecado ha distorsionado nuestro diseño original, ha distorsionado también nuestra búsqueda de identidad, placer y bienestar. Diariamente somos engañados por nuestro propio corazón, el la cual, cómo se ha dicho, es una fábrica de ídolos.

Los objetos alternos de adoración hacia los cuales nuestro corazón engañado nos impulsa son nuestros ídolos. Cada vez que mi corazón me convence de que algo o alguien aparte de Dios me puede satisfacer, estoy adorando a un ídolo. En ese momento estoy diciendo que Cristo no es suficiente y estoy desestimando la gloria, el poder, la grandeza y la belleza del único Dios verdadero por algo de menor infinito valor. Esto se llama ídolatría. Mi corazón fue creado para adorar y buscar felicidad, y nunca deja de hacerlo, incluso cuando no adoro al Único que me puede satisfacer.

Samuel explicó este concepto a los israelitas en 1 Samuel 12. Habían pedido un rey humano, rechazando al Señor como su verdadero Rey. Creían que su seguridad y bienestar se podría conseguir de igual manera que las naciones a su alrededor, y buscaban ser como ellos (1 S. 8). Cuando se dan cuenta de su error, ya se había ungido al rey Saúl. Claman a Samuel por la misericordia de Dios, y él les responde así:

_“—No teman —los tranquilizó Samuel—, de verdad han hecho mal, pero ahora asegúrense de adorar al Señor con todo el corazón y no le den la espalda. No vuelvan a rendir culto a ídolos despreciables que no pueden ayudarlos o rescatarlos, ¡son completamente inútiles!”_ (1 Samuel 12:20-21).

Buscar el bienestar en un rey humano era buscar algo completamente inútil. Era “vanidad”, como otras traducciones lo expresan. Entonces ¿por qué insistieron tanto? Porque buscaban identidad, ayuda, y rescate. Samuel revela aquí el verdadero deseo detrás de su deseo de tener un rey.

Cuando busco identidad, bienestar, y poder en vanidades inútiles, estoy levantando ídolos en mi corazón. Tomemos un momento para identificar algunas de estas vanidades.

*Ídolos de identidad*

El deseo de identificarnos con algo o alguien es natural. Dios nos creó para identificarnos con Él. Nos hizo a su imagen para representarlo sobre esta tierra y ejercer dominio sobre ella. La identidad de Adán y Eva les dio su razón de existir en Dios mismo.

El pecado trastornó todo esto porque cambió su relación con Dios. Aunque tú y yo seamos salvos, verdaderos hijos de Dios quienes hemos puesto nuestra confianza exclusiva en Cristo, podemos confundirnos en cuanto a nuestra identidad. ¡“Confusión de identidad” es un problema espiritual de idolatría! Y todos sufrimos de ella.

¿Quién soy? ¿Acaso soy lo que hago? ¿Soy lo que tengo o poseo? ¡No! Nuestra identidad está en Cristo y su obra redentora. Somos lo que El dice que somos. Lo otro se llama ídolatría.

Cuando mi deseo de realización personal, placer o comodidad me lleva a desobedecer a Dios, o me impulsa a dejar de hacer lo que debo hacer, es un ídolo.

¿En qué buscamos nuestra identidad? Puede ser en un estado civil, en una etiqueta o reputación, en el éxito de un logro académico o laboral, en ser cierto tipo de padre, madre, esposo o ama de casa, en ser conocido en la iglesia por cierto ministerio. Puede ser en una celebridad, como un actor o cantante.

¿Qué sucede? Llego a pensar que, para estar contento conmigo mismo, o para sentir que tengo algún valor o razón de existir, necesito ser conocido por algo. Mi concepto de quien soy necesita tener algún valor comparado con otros.

Muchas veces no es suficiente con ser conocido como alguien simple, ordinario, quién está dispuesto a servir en lo que haga falta sino que realmente necesito ser conocido como el mejor en lo que hago. No es suficiente que me pidan que debo hacer algo, debo ser el único más buscado. Estoy atando mi sentido de identidad a mi reputación y aceptación ante otras personas. Mi necesidad de protagonismo es un ídolo.

 

Continuará…


Vía telegram: Teología Reformada y Saludable

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